¿ A dónde nos conduce la pandemia?
La pandemia del Covid-19 no es la primera, ni la más virulenta, de las padecidas por la humanidad. La mal llamada gripe española afectó a un tercio de la población mundial y ocasionó la muerte del orden de 50 millones de personas.
La actual
crisis, para igualar la incidencia de aquella catástrofe, tendría que provocar
la muerte de otros 195 millones adicionales a los 3 millones contabilizados
hasta ahora, ya que en aquella época la población mundial era de 1.825
millones, mientras hoy somos 7.300 los que habitamos este planeta.
Acontecimientos de este tipo han dado origen a cambios sustanciales en el comportamiento y hábitos de la sociedad. El uso de la mascarilla, por ejemplo, algo tan cotidiano en nuestros días y tan impensable hasta hace un año ya formó parte del día a día hace un siglo.
Así, la pandemia de 1918-1920, solapada con el final de la primera guerra mundial, dio lugar a un inusitado periodo de bonanza, conocido como “los felices años veinte”. La economía se reactivó gracias a la necesidad de reconstruir las infraestructuras devastadas por la guerra. Por otra parte, la falta de mano de obra debido a la mortalidad provocada por la guerra y la epidemia hizo necesaria la incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar. Además, el Estado toma conciencia del impacto de la salud en la economía y asume la responsabilidad de involucrarse en la provisión de las infraestructuras y servicios sanitarios públicos. La educación y las pensiones completarían el emergente estado de Bienestar.
Las
consecuencias del coronavirus parece que consolidarán el teletrabajo, el comercio
por internet y la revalorización de los espacios abiertos. Afectarán, sin duda,
a medio y largo plazo, a los precios de los inmuebles, los locales comerciales y
las oficinas. Tal vez disminuya la concentración de la población en las grandes urbes, aumentando el atractivo del ámbito rural,
la reconsideración del transporte urbano y la aparición de nuevos empleos y actividades
empresariales.
Las
aportaciones de los Nobel de 2011, Thomas Sargent y Christopher Sims, las podéis
encontrar en el libro “Una corona de laurel naranja” junto a las semblanzas relativas de los 81 primeros laureados con el premio Nobel de Economía en sus primeros 50 años de su
existencia.
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